Ruta de los Molinos de Montánchez: Un viaje a través de la historia rural

Enclavada en la comarca de Montánchez, la Ruta de los Molinos es un viaje al pasado que nos permite descubrir uno de los oficios rurales más importantes de otras épocas: la molienda. Esta actividad, que en su día fue vital para la economía local, ha dejado su huella en los antiguos molinos harineros que se encuentran a lo largo de la Garganta de los Molinos, cerca de la localidad de Arroyomolinos. Estos vestigios, algunos de ellos de origen romano, nos hablan de una época en la que el agua y la piedra eran las claves del sustento rural.

Un patrimonio centenario: los molinos harineros

La Ruta de los Molinos nos guía por un recorrido de unos 15 kilómetros, un sendero circular que atraviesa caminos empedrados y paisajes naturales de gran belleza. Durante el trayecto, encontraremos una treintena de antiguos molinos, muchos de ellos del siglo XIX, aunque algunos se remontan a épocas romanas y griegas. Estos molinos, a menudo semiocultos por la maleza y en estado de abandono, nos revelan la importancia que tuvo esta actividad en siglos pasados.

Cada molino está compuesto por una charca, una acequia, un cubo (pozo alto) y el cuarto de molienda. Aunque muchos han sufrido el deterioro del tiempo, la mampostería que los conforma ha resistido el paso de los años, y algunos elementos, como los cubos o las acequias, se conservan sorprendentemente bien. Estas estructuras utilizaban la energía del agua del arroyo, que, conducida a través de las acequias, generaba la fuerza suficiente para mover las piedras de molienda.

La molienda: un proceso de colaboración

El proceso de molienda era una actividad comunitaria. Los molineros de la zona se coordinaban para soltar el agua de la Charca de la Suelta, una charca construida a mayor altura que aumentaba el caudal del arroyo, permitiendo que el agua llegara con más fuerza a los molinos. Lo curioso es que algunos molinos podían reutilizar el agua ya usada por otros molinos más arriba en el arroyo, en un sistema eficiente que aprovechaba al máximo los recursos.

A medida que ascendemos por la Garganta de los Molinos, el paisaje se va transformando. El sonido del arroyo nos acompaña mientras dejamos atrás los primeros molinos romanos y nos adentramos en un entorno donde la naturaleza y la historia se entrelazan. Las construcciones de piedra se mimetizan con el paisaje, y en algunos tramos podemos ver varios molinos alineados, recordándonos la intensa actividad que debía haber en esta zona en el siglo XIX.

Naturaleza e historia en perfecta armonía

Además de su valor histórico, la ruta nos regala paisajes de gran belleza. Desde los olivares y dehesas que rodean Arroyomolinos, hasta las vistas panorámicas de la Sierra de Montánchez. A lo largo del camino, podemos encontrar tramos de calzadas empedradas, antiguamente utilizadas para acceder a los molinos y que hoy en día, aunque deterioradas, siguen formando parte del paisaje.

La ruta también nos muestra elementos curiosos como el juego del Alquerque, grabado en las piedras de la entrada de algunos molinos, un juego de origen árabe que tiene más de 1200 años de antigüedad. Este detalle, junto a otros vestigios históricos, nos habla de la mezcla de culturas que han habitado esta región a lo largo de los siglos.

La batalla del Arroyo de los Molinos

Antes de comenzar la ruta, es interesante detenerse en un acontecimiento histórico que tuvo lugar en este entorno: la Batalla del Arroyo de los Molinos, también conocida como la Sorpresa de Arroyomolinos. En 1811, durante la Guerra de la Independencia, un ejército aliado anglo-hispano-portugués, bajo el mando del general Hill, derrotó a las tropas francesas del general Girard en este mismo lugar. Cada año, en octubre, Arroyomolinos celebra una recreación de esta batalla, que se ha convertido en una fiesta local.

Un legado por preservar

Hoy en día, algunos de los molinos han sido restaurados, y aunque pocos se mantienen en buen estado, es evidente que este patrimonio rural merece ser puesto en valor. Caminar por la Ruta de los Molinos es una manera de revivir esa historia olvidada, de entender cómo funcionaba la vida rural en tiempos pasados y de apreciar la belleza de estas construcciones que, a pesar del abandono, se resisten a desaparecer.

Los molinos harineros de la Garganta de los Molinos, con sus torres de piedra y su sistema de aprovechamiento del agua, son un testimonio vivo del ingenio humano y de la capacidad de adaptación a un entorno natural que, en la actualidad, sigue fascinando a quienes deciden adentrarse en este rincón de Extremadura.

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